martes, 10 de enero de 2006

a la reina de la jauría




Es cierto. He sido una perra.

Fui una perra confundida y desorientada. Fui una perra que un mal día mordió la mano que acariciaba su lomo.

Fui una perra que cayó en un charco de barro y salpicó todo a su alrededor tratando de salir, hundiéndose más a cada intento.
Fui una perra que se escondió un otoño a aullar sobre los restos de lo destrozado, y no salió hasta el verano.
Fui una perra que huyó de los piedrazos pensando que los merecía.

Fui una perra ciega que corrió
una y otra vez
de frente hacia el mismo muro, con las orejas al viento cual si estuviese en una pradera. Fui una perra perdida, sola, vaga, hambrienta.

Fui una perra que un día abrió los ojos y vio que ya no era una perra. Soy una mujer que nunca olvidará que fue una perra.

Soy una mujer que a veces ve a perras gruñéndole a cualquiera que pase llevando un pelaje como el que ella tenía. Soy una mujer que en ocasiones encuentra a su paso a personas con una piedra en la mano, buscando, como si la necesitaran, a la perra que una vez fue, sin saber que el peso en sus manos las daña más que a ella el golpe. Soy una mujer que algún día logrará creerlo.

Fui una perra que en su locura, ceguera, estupidez, mató a mordiscos aquello que amaba. Soy una mujer que nunca olvidará que fue una perra, pero que un día andará en dos pies.