sábado, 22 de octubre de 2005

pudor

Hasta que me metí en esto de los blogs. Debo decir que me provocaba su resto de curiosidad, o morbo, más bien. Todavía, un poco.

Es que el acto de desparramar el contenido de un cráneo (o peor, un pecho) en un lugar así de público, y, al parecer, con la esperanza de que otros lo lean y -¡peor!- juzguen y comenten, me parece una muestra de absoluto egotismo, o bien cándida estupidez.

Pero claro, no podía estar segura de qué se siente hasta que probara yo misma. Así que aquí estoy.

Honestamente, ojalá que nadie lo lea. Sobre todo porque ni siquiera sé sobre qué voy a escribir.

Quizá este sea mi primer y único post. O quizá use este espacio para irme desahogando de lo que veo a mi alrededor. Si es así, lectores inexistentes, esperen temas como la enajenación humana, la estupidez, la primavera, la familia, las candidaturas y sus campañas, el prohibicionismo.

Uf, que asco.

¿Ven? Ese es mi pudor. Al final todos los temas están manoseados y gastados, los resúmenes huelen a polilla, y quién quiere leer aún otra opinión que probablemente sea hasta repetida sobre las mismas idioteces y por qué debo creer que estoy aportando algo a alguien al escribirlas.

Así que aquí estoy, viendo si me aporta algo a mí. Supongo que ese es el motivo de que estas cosas funcionen, un espacio para gritar ¿no? ¿Y los diarios de vida? ¿Ya no existen? No, así publicado el asunto es más real. Lo dije y qué. Ahí está.

Sólo espero que no me lean. O por lo menos, tengan la delicadeza de no hacer comentarios. O más bien, escúpanlos sin miedo, que acá no nos andamos con remilgos.